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La vuelta al mundo en veintitrés platos

  • Foto del escritor: Nómadas a Pedal
    Nómadas a Pedal
  • 10 oct 2019
  • 6 Min. de lectura



Nuestra comida predilecta fue arroz o fideos con vegetales salteados, tanto en los tiempos de bici como cuando cargábamos nuestras mochilas en los hombros. Esto se debió a la facilidad y rapidez con la que los preparábamos y a los bajos costos de los ingredientes.

Sin embargo, como buenos amantes de lo desconocido e incansables curiosos también nos dimos el gusto de disfrutar de la comida local, porque ¿qué sentido tiene viajar miles de kilómetros, llegar a un país nuevo y simplemente mirarlo desde afuera? Lo más lindo en viajar es poder sumergirse en la cultura del país o región a la que se llega: hablar con los lugareños, aprender alguna palabra o frase en su idioma, conocer cómo viven y sienten en detalle su día a día y por supuesto, probar sus platos típicos.

Hemos tenido experiencias que van desde comer de pie en la calle, en comedores muy precarios, en restaurantes lujosos y hasta ¡hacer nuestra propia versión de algunas comidas!


Viajemos juntos repasando los platos que más nos cautivaron en estos años nómadas… aquí comienza La vuelta al mundo en veintitrés platos.


A través de Couchsurfing conocimos a una persona que nos contactó con otra y así dimos con una tercera que nos ofreció trabajar en un restaurante en la ciudad de Cuzco. Gracias a esta loca conexión terminamos en un bonito rincón del barrio de San Blas, justo arriba de la Plaza de Armas, degustando y aprendiendo a preparar el delicioso “Ceviche peruano” y la “Causa”.

El primero es una de las cartas de presentación de la comida peruana. En la versión incaica de este popular plato se marina el pescado cortado en cubos o los mariscos en limón, junto con tiras de cebolla, algún ají picante como el rocoto, sal y pimienta. Se puede acompañar con raíces hervidas como yuca o papa, pero nunca falta la canchita: crocantes granos de maíz tostados. Una vez presentado, el cilantro es el toque final para darle un sabor especial.

La Causa es un plato cremoso, que se sirve frio, en el que dos colchones de una masa a base de papas encierran al relleno elegido. En nuestro caso el ingrediente escondido era palta o aguacate. También es muy común encontrarlas rellenas de pollo, atún y hasta ¡de varios pisos! Para la preparación de la masa se deben hervir las papas un poco menos que para hacer un puré tradicional, se las pisa y se agregan unos típicos ajíes amarillos procesados, jugo de limón, aceite y condimentos a gusto. Luego se amasa hasta que quede compacta y sin grumos. Se suele utilizar un molde redondo para darle forma y adornar con alguna hoja de lechuga.

Una de las cosas más raras que comimos fue Cuy al horno. Este roedor es de consumo común en el Perú, pero algo costoso. Para nuestra suerte, en una de las casas en la que nos recibieron en Arequipa la señora los criaba a base de alfalfa. Con el fin de agasajarnos por nuestra visita nos preparó este clásico (extraño para nosotros) plato. Nos causó un poco de impresión ver al roedor cocinado sobre la mesa, pero debemos reconocer que tenía un buen sabor y lo disfrutamos mucho.

Esa cadena de contactos que nos llevó a Cusco se siguió prolongando hasta dar con el dueño de un hostel en el norte del país, más precisamente en Zorritos. Allí hicimos un voluntariado y como parte de nuestro pago recibíamos las comidas diarias. Entre los manjares que nos cocinaron se destacó un exquisito pato acompañado de “Papas a la Huancaína”. Esta típica guarnición consta de rodajas de papa hervidas sobre hojas de lechuga cubiertas con una deliciosa salsa. Para preparar la misma se deben procesar en una licuadora ajíes amarillos, leche evaporada (es como la condensada pero sin azúcar), queso fresco y galletas de agua o soda (la denominación depende del país). Huevo duro, perejil picado y aceitunas negras son los principales agregados a la hora de adornar el plato.


Es bien sabido que en Ecuador hay plátanos y bananas por doquier. Debido a su abundancia han llevado la creatividad al máximo y a los primeros los comen de diferentes formas: fritos y en tiras finitas como chips (chifles), fritos en rodajas aplastadas (patacones), pero la que más nos llamó la atención y que adoptamos para prepararla a lo largo de nuestro viaje (sobre todo en Tailandia, donde los recolectábamos de las plantas que había en la calle) fue el plátano hervido y pisado (reemplazando al arroz) con verduras.

Como buenos argentinos amantes de la parrillada no pudimos contenernos y en alguna ocasión lo preparamos asados al fuego, cortado a lo largo, cual chorizo mariposa.


En Colombia lo que abunda en la calle son las "arepas". De forma circular, ligeramente aplanadas, se hacen a base de harina de maíz (blanco o amarillo), agua y leche. Se pueden comer solas, rellenas con queso, carne, pescado o pollo entre algunas variedades. Ya que no estábamos de vacaciones, sino que vivíamos viajando, no podíamos darnos el lujo de comprarlas todos los días. Como nos volvimos unos amantes de este tradicional plato optamos por comprar en el supermercado la harina y hacerlas nosotros. Fue una excelente opción para variar nuestro clásico menú por unas arepas rellenas de vegetales.


La comida mexicana se ha hecho muy popular, de tal modo que muchos hemos comido tacos, quesadillas o nachos sin la necesidad de visitar el país azteca. Para nuestro agrado la cocina mexicana resulto ser mucho más que eso, aunque siempre super picante.


Enchiladas de verdura con mole y arroz

En el restaurante Dharma Vegetariano, en la ciudad de Cancún, comimos gracias a nuestro amigo Carlos unas espectaculares “Enchiladas rellenas de verduras con mole y arroz”

En este caso la tortilla de maíz, luego de ser rellenada con los ingredientes elegidos, se enrolla y cubre con alguna salsa (visualmente se parece a lo que en Argentina llamamos Canelones). Nosotros tuvimos el privilegio que dicha salsa sea “Mole”. Esta tiene muchas versiones dependiendo la zona, pero se caracteriza por la inmensa cantidad de ingredientes, entre los que se destacan el chocolate amargo, almendras, nueces, ajonjolí, pasas, pimienta,

clavo, canela, perejil, plátano, y una amplia variedad de chiles.

Durante nuestra estadía en la ciudad caribeña más importante de México tuvimos unas anfitrionas de maravilla que nos hicieron probar dos deliciosos tentempiés: Los chilaquiles y los esquites.

El primero hecho en casa, para la previa de una cena entre amigos. Los totopos (triangulitos de tortilla de maíz fritos) son bañados por una salsa verde o roja, dependiendo si se usa el tomate verde mexicano o jitomate (en Argentina tomate), chile picante, cebolla y queso. Al agregarle la salsa caliente los totopos dejan de estar tan crujientes para poder ser pinchados con un tenedor, aunque deben conservar cierta firmeza. Obtener el punto justo requiere de mucha práctica. Por lo general se acompañan con frijoles.

Los esquites son una de las comidas callejeras al paso más populares. En un sencillo vaso de plástico se mezclan mayonesa, choclo desgranado, queso y por supuesto… chile, para que quede “picoso”.


Pilas de Chapulines en la puerta del mercado de Oaxaca

Entre los snacks tradicionales de México se encuentran unos saltamontes fritos llamados Chapulines (no contaban con mi astucia). Caminando por la calle es normal encontrarse con vendedores que cargan grandes cestas atiborradas de estos insectos listos para degustar. Se venden por peso y sin costo adicional en la bolsita te agregan… un poco de salsa picante. Estos crujientes chapulines son ideales para acompañar una cerveza o picar algo camino a casa para matar el hambre.


Chicatanas, las deliciosas hormigas gigantes

Otro snack de ese estilo, representante de la cocina Oaxaqueña, son las Chicatanas. Estas son unas hormigas gigantes asadas. Se recolectan los primeros días de la temporada de lluvia, ya que es cuando salen de sus nidos para reproducirse. Obviamente antes de comerlas hay que agregarles un poco de salsa picante.

Oaxaca se ha hecho de una fama importante a la hora de hablar de gastronomía, todos los que habían estado allí nos aseguraban que era el Estado en el que mejor y más barato habían comido, y decidimos averiguarlo. Si bien hemos disfrutado de exquisitos manjares a lo largo y ancho de todo México debemos darle la derecha a la mayoría. En sus mercados hemos probado una amplia variedad de platos a muy bajo costo, y deliciosos, por supuesto.


Las “Tlayudas” son sin dudas un estandarte de esta región. Para este plato la tortilla que se elabora tiene no menos de treinta centímetros de diámetro y un agregado muy especial: el “asiento”: grasita quemada que se obtiene luego de freír el chicharrón. Su sabor es muy diferente a las demás y su punto de cocción debe ser hasta que obtenga una textura semi crujiente. Arriba se le agregan los ingredientes que uno desee, mal dicho al estilo de una pizza.



Una vez cruzado el charco ya por las calles de Bélgica pudimos ver a cientos de turistas y locales comiendo unos esponjosos y tentadores wafles. En nuestra visita a la ciudad de Brujas quisimos probarlos pero era un desequilibrio muy grande para nuestra economía. A esa altura, con mas de un año de viaje, ya estábamos acostumbrados a pensar en alternativas. Buscamos algún “Aldi” o “Lidl” (dos cadenas de supermercados baratísimas en Europa) y nos hicimos una escapada hasta el más próximo. Nos tuvimos que alejar un poco del centro pero valió la pena, por el precio de uno preparamos seis. Luego de nuestra odisea, en la que compramos todos los ingredientes que queríamos ponerles y un paquete de wafles, nos recostamos en el parque a disfrutar de una deliciosa merienda belgo-argentina ya que los acompañamos con mates.


Continuara...

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Somos Tomás y Gonza, dos amigos (a esta altura hermanos) que tras varios años de esperar el momento perfecto y que no apareciera, decidimos hacer del 21 de marzo de 2017 ese momento y empezamos una nueva vida.

 

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