A falta de un hogar, ¡tres!
- Nómadas a Pedal
- 1 jun 2019
- 3 Min. de lectura

17 de Septiembre – Día 13
Una hora nos bastó para conseguir un coche y unir Tortona con Voghera. Llegamos a la casa de Luca, nuestro anfitrión, un rato antes que él por lo que lo esperamos en una pequeña plaza.
Esa misma tarde llegó un cicloviajero y compartimos una cena con divertidas anécdotas acompañados de buena gente y una exquisita pasta casera, bien italiana.

Luca no tuvo problema en que nos quedáramos un día más para descansar y así fue como aprovechamos que en la mañana siguiente su mujer viajaba a Torino por trabajo y nos fuimos con ella. Recorrimos la imponente ciudad que alberga emblemáticas fábricas de automóviles como FIAT y uno de los clubes más importantes del país, Juventus. De regreso, esa noche nos agasajaron con otro plato tradicional: risotto con hongos, que como se imaginaran estuvo muy sabroso.
19 de Septiembre – Día 15
Esa mañana en la que Luca y Erika partieron temprano disfrutamos de la casa y de un desayuno relajado. Al partir caminamos un buen rato, como siempre, hasta encontrar el lugar indicado para continuar viaje. Bajo un árbol, al costado de la ruta nacional, nos pusimos a hacer dedo. Pasadas casi dos horas y sin que nadie se detuviera vino la policía y nuevamente nos echó del lugar. Esta vez no estábamos en la autopista pero los carabineros insistieron que era ilegal hacer dedo incluso en la ruta. Tras un largo chequeo de que no estuviéramos ilegales en el territorio europeo nos dejaron ir. Para evitar problemas decidimos buscar la estación de tren y dirigirnos a otro pequeño pueblo para acampar y probar suerte con el dedo al día siguiente.
Tomamos un tren en dirección a Milano Centrale y luego otro hacia el este, rumbo Venecia, pero nos bajaríamos en algún pueblito del camino para acampar y pasar la noche. Todavía teníamos tiempo para conocer algún lugar más.
Esperando descender del tren, mientras conversábamos, una chica argentina que escuchó nuestro acento se sorprendió e inmediatamente se sumó a la charla.
Afortunadamente también compartiríamos el siguiente tren y continuamos hablando y conociéndonos. Ella estaba haciendo un intercambio y vivía cerca de Venecia. Le contamos nuestro plan para los siguientes días y al preguntarle en que estación nos convendría bajar para buscar un lugar donde acampar nos contestó inesperadamente… “¿quieren venir a mi casa?”. Allí nació una amistad que fuimos forjando durante los cuatro días que Giannina nos dio un hogar en el pequeño pueblo de Sacro Cuore.
Visitamos Cittadella, una ciudad del año 1220 que tiene su centro histórico rodeado por una muralla de entre 14 y 16 metros de altura en perfecto estado. Únicamente hay una parte que fue destruida durante la guerra de Cambrai, en el siglo XVI. Cuenta con cuatro entradas que se alinean prácticamente con los puntos cardinales y todas las puertas tienen puentes levadizos, para sortear la zanja con agua que forma la primera circunferencia de defensa.
También dimos un paseo por la villa medieval de Bassano del Grappa, famosa por su puente de madera cubierto, que cruza el rio Brenta y que fue reconstruido por última vez después de la Segunda Guerra Mundial.

Luego de un último día hogareño en Sacro Cuore, partimos hacia Venecia en tren ya que nuestro amigo Luca nos había contactado con Gabi, una joven que vivía allí , quien nos estaba esperando para que pasáramos unos días en su casa.
23 de Septiembre – Día 19

Arribamos a nuestro tercer hogar escondido en un recoveco de una de las tantas callecitas abarrotadas de turistas que tiene la bella ciudad de Venecia. Gabriela compartía la casa con chicos de distintas partes de Italia que estaban estudiando en la Universidad. Inmediatamente nos hicieron sentir parte de ellos, nos llevaron a tomar un aperitivo antes de preparar la cena y nos recomendaron las mejores pizzerías y heladerías. Paseamos por los barrios más lindos sin tener que tomar una costosa embarcación colectiva e hicimos un recorrido nocturno que fue clave para poder disfrutar con tranquilidad de la ciudad.
Venecia nos deslumbró con sus canales, puentes y góndolas, tal y como esperábamos por lo visto y leído una y mil veces en blogs y revistas, pero lo que no esperábamos era pasar unos días como en casa y con amigos en una ciudad tan turística y con tanta gente.
Nos despedimos apreciando un atardecer espectacular desde una de sus terrazas y al día siguiente partimos al aeropuerto para tomar el avión que nos llevaría a ¡BANGKOK!, dando comienzo así a la aventura por ASIA.
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